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izēki • bio
Bienvenid@!
Aquí izēki (Enrique Ezequiel Molina)
Me dedico a comunicar, entusiasmar y acompañar personas a escucharnos, descubrir y dar presencia a nuestra alma; sanar junt@s.
Sentí hacerlo principalmente a partir de mis experiencias de vida por medio de la Terapia Holística y de brindar Masaje Californiano.
Me gratifica favorecer el bienestar, entrenar nuestra presencia y exponernos en honestidad.
¿Por qué hago esto?
De niño me sentí diferente a todo e ignoraba cómo encajar con algo que desconocía.
Sentía, observaba y pensaba la vida a mi alrededor con el impulso amoroso de estar solamente viviendo, simple.
Pero lo juzgué y lo olvidé…
Entonces, construí un personaje perfecto para sortear esa herida inconsciente y me escondí en la impaciencia, la exigencia y el desvalor pero de una forma lo suficientemente cordial y sensible como para justificar aquella personalidad supervivencialmente útil.
Aprendí a tejer redes de información, redes vinculares, contradicciones, aciertos, predicciones.
Aprendí en el cuerpo, pero aún, no profundamente en mi interior.
El comienzo de la oscuridad:
Estudié 3 años de la Carrera de Medicina como una especie de acceso irresistible a comprender algo de la muerte material después del diagnóstico de papá.
Quirófanos, partos y cadáveres fueron mis compañeros.
Pero había algo más que aún estaba allí empujando salir.
Decidí entonces expresarme por medio de la voz, el canto y el teatro.
Monté salas, obras y escenarios en forma quirúrgica.
Actué, cursé la carrera de Puesta en Escena, brindé talleres, conté cuentos a niños. Los hice reír y los asusté.
Produje, iluminé, jugué y me aburrí del ego.
Y dejé morir, una vez más…
Entré profundo en una crisis personal que hoy puedo nombrar con certeza y reconocer todo el sufrimiento que intenté rechazar.
En el 2010 me sentí enfermar y decidí hacer un cambio alejándome de la ciudad en donde vivía, pero por dentro seguía viviendo en el mismo lugar.
Me fui a vivir a la montaña, lejos de todo y más cerca de mi.
Medité, practiqué el crudiveganismo y me dediqué a cocinar para muchas personas junto a más personas.
Ni el teatro, ni el yoga, ni el cambio de alimentación ni las clases de cocina, ni todos los cursos que transité, me ayudaron en sí mismos sino que lo hicieron como oportunidad para volver a mí; pero no lo sabía…
Hoy
Vivo repartido entre Argentina y Brasil.
Umepay (Córdoba, Argentina) es mi casa, una ecoaldea, una comunidad, un laboratorio en donde cada día me despierto convencido y con el propósito de aportarnos valor al estimular que cada quien sea quien quiere ser, en plena libertad, en su mejor versión posible.
Garopaba (Santa Catarina, Brasil) no estaba planeado, sólo sucedió.
Aquí llegamos con Belén, mi compañera de aventura.
Más un cachetazo de realidad me convocó nuevamente a no distraerme y tocar el fondo necesario para volver a mí.
Siento, me abro, me cierro, miento, supongo, me honestizo, yerro, me duele, me duelo.
Estoy atento a que no me importen el bien ni el mal porque no sé de qué estoy hablando.
Pongo todo en duda, no sé nada.
Trabajo para ser únicamente especialista en mí mismo y experimentar sentirlo todo.
Ya lo sabemos todo; saboreémoslo, ignorantes.
Podemos morir ahora y lo haría feliz al estar trabajando la sensible consciencia de un “nosotros”, desde la más profunda amoracción.
Amoracción en la soledad.
Amoracción de a muchos.
Amoracción en lo banal.
Amoracción en lo nefasto e inimaginable.
Amoracción al instante, en presente crudo.
Amoraccionemos desde el alma entusiasmando esta ilimitada experiencia humana.
Dimensionemos al otro ser mirando a los ojos de su interior: profundamente, somos lo mismo.
Recordemos y hagamos conscientes la unidad de todo.
Bienvenida la muerte de las ideas.
Bienvenida el juego del alma.
Bienvenid@ vos.